Si la brisa en el consultorio dental, generada por herramientas vibratorias o giratorias, contiene algún virus u otro patógeno, se convierte en un peligro para la salud.
Alexander Yarín, junto con otros investigadores en la Universidad de Illinois en Chicago, no podían dejar de pensar en todas esas herramientas giratorias y vibratorias el consultorio dental que convierten agua y saliva en un rocío que mandan a volar por el aire. De por sí implican siempre un riesgo de salud, mucho más cuando ronda un virus con capacidades letales como el Covid-19.
Afortunadamente estos investigadores descubrieron que las fuerzas de las herramientas pulsantes y el taladro dental no están a la altura de las propiedades visco-elásticas de los polímeros grado alimenticio como el ácido poliacrílico, que agregaron en pequeñas cantidades al agua usada en los consultorios dentales.
Los resultados fueron sorprendentes, no únicamente esta pequeña adición de polímeros eliminó completamente la aerosolización, sino que lo hizo con gran facilidad al mostrar algunas de las propiedades físicas fundamentales de los polímeros, como la transición de estiramiento de bobina, que cumplió el objetivo perfectamente.
Probaron dos tipos de polímeros aprobados por la FDA, donde el ácido poliacrílico probó ser más efectivo que la goma xantana, porque además de sus altas tensiones elásticas en estiramiento, reveló una viscosidad de cizalla relativamente baja que facilita su bombeo.
La adición de polímero en la irrigación suprime las explosiones y las macromoléculas poliméricas se estiran como bandas de goma para restringir la aerosolización del agua al mantenerla adherida a la superficie de la herramienta.